El Primer Mordisco
El Primer Mordisco
por Manuel Escaño
Fue sólo el primer mordisco y ya quedó totalmente fascinado.
Comenzó a masticarlo, tratando de distinguir sabores, de reconocerlos. Todo era nuevo, pero conocido a la vez. Había similitudes tan diferentes que no podía discernir si era algo novedoso, o por el contrario ya lo había probado antes.
De lo que no le quedaba ninguna duda era de que ya estaba deseando tragar para dar el segundo bocado.
Entonces la duda le invadió. ¿Sería el segundo mejor que el primero? ¿O por el contrario le restaría valor a todo aquel plato?
El extranjero dudo unos instantes. Fue simplemente un segundo, pero a él le pareció mucho más.
No sin indecisión, su boca se abrió, dejándose llevar por el deseo de descubrir todo lo que aquel plato le podría enseñar.
Ya era tarde.
Estaba cautivado.
En su mente se oyó: “bem-vindo”
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